sábado, 28 de julio de 2012
EL VIEJO DEL BARRANCO
EL VIEJO DEL BARRANCO
Todos los viernes a las cinco de la tarde nos íbamos al barranco con el Carlos y el Chejo. Vivíamos en la misma colonia e íbamos al mismo colegio, a pocas cuadras de nuestras casas. Nos juntábamos en la casa del Chejo y bajábamos hasta la casa del viejo, que nos esperaba sentado en su mecedora fumando un cigarrillo mentolado. Sonreía al vernos llegar, con los dientes amarillos que tenía. Se acariciaba la barba blanca y nos daba la bienvenida mientras se seguía meciendo. Le llevábamos la comida que nos pedía: a veces fruta, a veces pan, otras veces pollo o carne.
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